Hoy me voy a permtir el lujo de incordiarles con una de mis recurrentes pesadillas futbolísticas de los últimos tiempos. El sueño en cuestión se escenifica alrededor de los mismos personajes, que repiten una y otra vez de forma grotesca sus fechorias más conocidas ante un humilde servidor, que contempla tan esperpéntica escena preso de la impotencia. La oscuridad se ciñe al escenario volviendo la atmosfera asfixiante. 3 focos principales emmarcan las escenas responsables de mi ansiedad. En una de ellas se observa un hombre de nariz desproporcionadamente afilada jugueteando ante una pantalla con un mando estraño. Al tomar angulo se observa una gigante pantalla de teletexto ante la la cual el hombre parece fascinado, como escrutando una pista que huye del raciocionio humano casual para hacerse patente en su mente privilegiada (tiene cara de ser el más listo de la clase). Atareado, recoge datos y analiza la monotona pantalla de forma enfermiza hasta que canvia el canal, cambiando también de actitud. Ésta se vuelve más relajada, se apoltrona en el sofá y contempla sereno el programa, garabateando distraido una libreta. Empieza FutbolInt.
En otro foco, un hombre con planta sacude un puntero cual sable láser estelar, señalando una pantalla pintada con el rimbobante colorido de los gráficos del Power Point. Canvia diapositivas y señala tablas, cifras, saca conclusiones intangibles y repite obsesivamente una palabra que se vuelve vacia en mi mente: Superávit. Al límite de una crisis comicial, cae extasiado encima de unas gruesas alfombras que parecen mangadas de un hotel de la cadena Hesperia. Con su peso se garantiza que jamás seran levantadas, impiediendo la higienización que asegure la salubridad de lo que no cubren (Entre otras sopresas que puedieran ocultar).
El tercer foco es el más grande y se encuentra en el centro destacado. Un hombre con aires aristocráticos parece arengar una masa humana adormecida con un discurso casi militar. Entre tanto fervor dramático, interrumpe su clase magistral con un ademán de desprecio, como icomprendido por la masa que intenta aleccionar. "Pobres", piensa, " No saben que me asiste el profeta, pues a mi sólo ha sido revelada la verdad del fútbol". Se aleja de la escena un poco y da la espalda al público, como si no estuvieramos, marginándonos en la silenciosa oscuridad del patio de butacas. Me siento confuso y despreciado y me entristece la actitud de aquel pequeño hombre altivo, que ahora parece zampar canapés y beber cava de forma compulsiva, como si el catering de lujo que atraca fuera su cortijo particular.
En el clímax de la obra y cuando estoy apunto de abandonar la función ante tal horrendo espectáculo, una voz atruena la sala y asusta a los 3 protagonistas, que pronto cambian de actitud.
El hombre a una nariz pegado (perdonen el plagio a Quevedo) ahora ordena un montón de informes que a la vez parece contrastar con dvds de imagenes llegadas de todo el planeta futbolístico. Hace llamadas a amigos esparcidos por medio globo y también a una agencia de viajes para comprar un par de billetes de avión a paises exóticos. El sr del Power Point se levanta y ofrece un discurso más próximo, con cifras ordenadas y comprensibles. Pide disculpas al público, cosa que el sr de la nariz ha olvidado hacer ante tanta tarea. Las pesadas alfombras, eso si, restan inmóbiles, de manera que me olvido de cualquier truco ilusionista con conejos y de cualquier sopresa que puedieran ocultar. Pero la auténtica metamorfosis la protagoniza el que ocupa el centro de la acción. Movido por unos hilos que con los cambios de iluminación se han hecho patentes ( un titiritero holandés con vocación de ventriluoco y con pedigrí, aunque vencido por su vena de hijo del balón , se encarga de los movimientos de su fiel putxineli) cambia de actitud y se vuelve hacia el público, abandonando los cuatro canapés de dátiles con bacon que quedaban. Ya no hay casi nada de aquel ostentoso catering, pero invita el público a subir, pidiendo perdón por su glotoneria y actitud desconsiderada. Se vuelve más servicial e intenta tranquilizar a los espectadores que más han abucheado su actuación (pequeños corpuscúlos de exaltados que responden al nombre de peñas). Habla de sus preocupaciones, de que todo irá bien, de que vencerá su Mr.Hyde y dejará de inculpar a todo el mundo y al fantasma de la prensa de sus penosos actos y errores. Pero no convence y los gritos van en aumento. De pronto, un globo en forma de rechoncho hombre enfadado sobrevuela el escenario y el pánico de los protagonistas aumenta. Se oye la voz de un antiguo amigo del protagonista, que marchó repudiado por el flemático dictador , víctima de sus éxitos y de la envidia más atroz. Incluso se oye alguna palabra en portugués. Las voces y espectros alteran el ánimo de los protagonistas para mal, y el de los espectadores para bien, que ven recompensado el precio del ticket con un espectáculo renacido.
Pero la sorpresa esta por llegar. La voz de megafonía vuelve de nuevo para dar un toque interactivo a una obra en la que el público no pintaba nada hasta el momento. Y como en una novela de esas de "escoge tu final", nos permite decidir si nos ha gustado la obra con unas grandes papeletas que se ecuentran en el lateral de la butaca. Hay tres en concreto. Una en blanco indiferente, una con un SÍ (la he avorrecido) y una con un NO (me ha encantado). El público toma el control y realiza su particular referéndum. Con un esperítu más alegre, me dispongo a castigar tan infame obra ( y tantos otros malos ratos) y cojo la papeleta del SÍ. Emocinado con ver la escena final y con los ajusticiados de rodillas, me dispongo a comprobar el resultado... y suena el despertador. Me disgusto es tremendo. Es uno de julio. Ya queda menos para el dia seis.
P.D: Espero que no les haya hastiado mi psicodélica pesadilla blaugrana. Mi disgusto particular de hoy ha sido la venta de Deco por 10 millones al malgastador Chelsea de Abramovich (que no hace tanto pagó 20 kilos por el fallón Anelka). Es lamentable este nefasto nivel de gestión y la incompetencia en el servicio técnico de este club. Pagas 14 por Keita, 16'5 por Cáceres... que no son nadie al lado de un Deco que ha hecho una notable Eurocopa, además de ser uno de los mejores centrocampsitas del mundo en el último lustro. Pero Pep, Txiki y el resto se lo cargaron hace tiempo y se han visto obligados a malvenderlo. Incluso por Giovanni podemos ingresar más que por Deco, por el que hemos recibido lo mismo que por Zambrotta. Espero no sufrir su fútbol en Champions vestido de Blue. Y mientras tanto, Txiki-Txiki despierta su vena de ojeador y parece cumplir su trabajo buscando promesas en Brasil. Y parecen interesantes sus movimientos hasta que se ven los precios que paga. Con esa napia, ni rapado cuela por Monchi. Ha pagado 10 kilos (lo que vale Deco superstar) por un central desconocido de 18 años que se va a ceder: Henrique. Si, sí, con hache de... hecamtobe. Vaya, que un desastre tras otro. Pero ya queda menos para domingo, una cita que afronto impaciente, pendiente del Final Countdown con una sola palabra en mi mente blaugrana: Sí (a la puta calle incompetentes).
En otro foco, un hombre con planta sacude un puntero cual sable láser estelar, señalando una pantalla pintada con el rimbobante colorido de los gráficos del Power Point. Canvia diapositivas y señala tablas, cifras, saca conclusiones intangibles y repite obsesivamente una palabra que se vuelve vacia en mi mente: Superávit. Al límite de una crisis comicial, cae extasiado encima de unas gruesas alfombras que parecen mangadas de un hotel de la cadena Hesperia. Con su peso se garantiza que jamás seran levantadas, impiediendo la higienización que asegure la salubridad de lo que no cubren (Entre otras sopresas que puedieran ocultar).
El tercer foco es el más grande y se encuentra en el centro destacado. Un hombre con aires aristocráticos parece arengar una masa humana adormecida con un discurso casi militar. Entre tanto fervor dramático, interrumpe su clase magistral con un ademán de desprecio, como icomprendido por la masa que intenta aleccionar. "Pobres", piensa, " No saben que me asiste el profeta, pues a mi sólo ha sido revelada la verdad del fútbol". Se aleja de la escena un poco y da la espalda al público, como si no estuvieramos, marginándonos en la silenciosa oscuridad del patio de butacas. Me siento confuso y despreciado y me entristece la actitud de aquel pequeño hombre altivo, que ahora parece zampar canapés y beber cava de forma compulsiva, como si el catering de lujo que atraca fuera su cortijo particular.
En el clímax de la obra y cuando estoy apunto de abandonar la función ante tal horrendo espectáculo, una voz atruena la sala y asusta a los 3 protagonistas, que pronto cambian de actitud.
El hombre a una nariz pegado (perdonen el plagio a Quevedo) ahora ordena un montón de informes que a la vez parece contrastar con dvds de imagenes llegadas de todo el planeta futbolístico. Hace llamadas a amigos esparcidos por medio globo y también a una agencia de viajes para comprar un par de billetes de avión a paises exóticos. El sr del Power Point se levanta y ofrece un discurso más próximo, con cifras ordenadas y comprensibles. Pide disculpas al público, cosa que el sr de la nariz ha olvidado hacer ante tanta tarea. Las pesadas alfombras, eso si, restan inmóbiles, de manera que me olvido de cualquier truco ilusionista con conejos y de cualquier sopresa que puedieran ocultar. Pero la auténtica metamorfosis la protagoniza el que ocupa el centro de la acción. Movido por unos hilos que con los cambios de iluminación se han hecho patentes ( un titiritero holandés con vocación de ventriluoco y con pedigrí, aunque vencido por su vena de hijo del balón , se encarga de los movimientos de su fiel putxineli) cambia de actitud y se vuelve hacia el público, abandonando los cuatro canapés de dátiles con bacon que quedaban. Ya no hay casi nada de aquel ostentoso catering, pero invita el público a subir, pidiendo perdón por su glotoneria y actitud desconsiderada. Se vuelve más servicial e intenta tranquilizar a los espectadores que más han abucheado su actuación (pequeños corpuscúlos de exaltados que responden al nombre de peñas). Habla de sus preocupaciones, de que todo irá bien, de que vencerá su Mr.Hyde y dejará de inculpar a todo el mundo y al fantasma de la prensa de sus penosos actos y errores. Pero no convence y los gritos van en aumento. De pronto, un globo en forma de rechoncho hombre enfadado sobrevuela el escenario y el pánico de los protagonistas aumenta. Se oye la voz de un antiguo amigo del protagonista, que marchó repudiado por el flemático dictador , víctima de sus éxitos y de la envidia más atroz. Incluso se oye alguna palabra en portugués. Las voces y espectros alteran el ánimo de los protagonistas para mal, y el de los espectadores para bien, que ven recompensado el precio del ticket con un espectáculo renacido.
Pero la sorpresa esta por llegar. La voz de megafonía vuelve de nuevo para dar un toque interactivo a una obra en la que el público no pintaba nada hasta el momento. Y como en una novela de esas de "escoge tu final", nos permite decidir si nos ha gustado la obra con unas grandes papeletas que se ecuentran en el lateral de la butaca. Hay tres en concreto. Una en blanco indiferente, una con un SÍ (la he avorrecido) y una con un NO (me ha encantado). El público toma el control y realiza su particular referéndum. Con un esperítu más alegre, me dispongo a castigar tan infame obra ( y tantos otros malos ratos) y cojo la papeleta del SÍ. Emocinado con ver la escena final y con los ajusticiados de rodillas, me dispongo a comprobar el resultado... y suena el despertador. Me disgusto es tremendo. Es uno de julio. Ya queda menos para el dia seis.
P.D: Espero que no les haya hastiado mi psicodélica pesadilla blaugrana. Mi disgusto particular de hoy ha sido la venta de Deco por 10 millones al malgastador Chelsea de Abramovich (que no hace tanto pagó 20 kilos por el fallón Anelka). Es lamentable este nefasto nivel de gestión y la incompetencia en el servicio técnico de este club. Pagas 14 por Keita, 16'5 por Cáceres... que no son nadie al lado de un Deco que ha hecho una notable Eurocopa, además de ser uno de los mejores centrocampsitas del mundo en el último lustro. Pero Pep, Txiki y el resto se lo cargaron hace tiempo y se han visto obligados a malvenderlo. Incluso por Giovanni podemos ingresar más que por Deco, por el que hemos recibido lo mismo que por Zambrotta. Espero no sufrir su fútbol en Champions vestido de Blue. Y mientras tanto, Txiki-Txiki despierta su vena de ojeador y parece cumplir su trabajo buscando promesas en Brasil. Y parecen interesantes sus movimientos hasta que se ven los precios que paga. Con esa napia, ni rapado cuela por Monchi. Ha pagado 10 kilos (lo que vale Deco superstar) por un central desconocido de 18 años que se va a ceder: Henrique. Si, sí, con hache de... hecamtobe. Vaya, que un desastre tras otro. Pero ya queda menos para domingo, una cita que afronto impaciente, pendiente del Final Countdown con una sola palabra en mi mente blaugrana: Sí (a la puta calle incompetentes).
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