Andaba la semana enrarecida por los pronósticos que orbitaban alrededor de este Barça sorprendente. Y entre la maraña de superlativas y, porqué no decirlo también, ingenuamente triunfalistas cábalas, el enemigo sacó de su histórica chistera un nuevo conejo (para sustituir al desertor anterior) que sonaba a truco sobado de una mago trasnochado. Nada podía romper la gloriosa harmonía que envolvía al equipo después de sus espectaculares duelos ante Sevilla y Valencia. Los pronósticos era claros: no hay rival, es momento de vendetta. Y así fue como un truco arriesgado se transformó en una trampa hostil que casi liquida la ilusión culé, narcicista ella, que yacía distraida, haciendo círculos alrededor de su ombligo precedidos de un 5... mientras el enemigo se replegaba, herido de muerte, para batallar hasta la extenuación con una panda de grumetes y viejos tullidos contra el navio culé.
La euforia desatada, así como la depresión más profunda, son signos irreversiblemente conectados a la experiencia blaugrana. La cordura vive de alquiler en nuestro imaginario. Así llegó un Madrid nuevo, feo y empequeñecido, y con un entrendor subido al patíbulo des su nominación. Sólo los merengues veian esperanza donde los culés divisaban un pozo oscuro donde arrojar tantas frustraciones acumuladas. Pero el Madrid, mal que nos pese, es un equipo con un espiritu particular. Sólo des de la casta se puede explicar lo que se vió en el campo, porqué al mirar las alineaciones, a todos nos entraba la risa...
La tarde se volvió noche y la climatología decidió poner a prueba la fe culé. Lluvia y frio para amenizar la sonata que debía llevar al Barça de regreso al Olimpo futbolístico. Para el barcelonista pero, no había nubarrones, la lluvia acariciaba su rostro y elevaba sus canticos, que rompían el frio de una noche glacial para dar calor a sus once guerreros. Era el partido, la hora había llegado...
Todo transcurrió dentro los límites de lo esperado (Marcaje brutal a Messi, un àrbitro cobarde, ocasiones, fallos, un rival replegado y con las lineas muy juntas,...) pero el tiempo puso en evidencia que algo no funcionaba. El fútbol se acumulaba en largas conducciones, pues Xavi no lograba desacerse de su sombra argentina, mientras Guddy lidiaba con más fuerza que acierto. Touré intento coger el timón de la creación, pero el rival apretaba y no había sufieciente con una buena predisposición. La ansiedad se palpaba. Tantos vaticinios vacuos habían supuesto un lastre emocional para la plantilla, que de pronto se sintió responsable de tantas alegorias victoriosas. Había fuerza, convicción, despliegue...todo ello mermado por esa ansia paralizadora de cumplir las expectativas.
El Madrid vino a no perder o, siendo sincero, a no salir goleado. El campo imponía y el rival aun más. Pero no hay mejor escenario para resucitar que el feudo del rival más odiado. Eso debieron pensar los Madridistas, empezado por un soberbio Casillas y acabando con el coraje insuficiente de Raúl. Juande dejó notar su mano en un partido que, en el fondo y dadas las circunstancias, no le comprometía a demasiado. Y mientras el Barça se estrellaba en el muro merengue, la esperanza blanca a punto estuvo de materializarse en las botas de Drenthe, el cual tuvo en sus pies cambiar el signo del partido. Pero erró, o más bien, un pletórico Valdés le detuvo el tiro. Allí el Madrid empezó a tomar conciencia de que no podía ganar (falto de efectivos y de potencial) pero sí empatar. Y se esmero en ello. El Barça, menos fresco en la medular que de costumbre se entregó por minutos a la magia de Messi, la furia de Eto'o y el pudonor de Puyol y Touré. Y fue así hasta que Pep se dio cuenta de que apostar por Guddy (su única duda, de hecho) no fue la mejor opción. Salió Busquets y el partido renació para el Barça. Fue el quien dió al Barça el equilibrio que le faltaba, esa mágica unión entre contudencia y toque que ya se ha transformado en su sello. Ganó en fluidez el juego y la ofuscación de Xavi dejó de pesar tanto. Y provocó un penalty. Tejió el renacimiento de un equipo que salió a golear y que vió como el orden del rival (estilo numantino para un equipo de historia rutilante) le aguaba la fiesta con permiso del tiempo.
Eto'o decidió asumir las responsabilidades. Por motivación o por respeto a un pacto oculto. Visionaba una forma de ganar que se alejaba de mis más optimistas pretensiones pero que no me desagradaba dado el ajetreado transcurrir del partido. Una voz vaticinó a mi lado el fallo del camerunés (sensación que compartieron muchos) y no quise creer sus palabras hasta que la realidad me golpeó. Perdí una caña y empezé a perder la esperanza. El empate a cero era un resultado que, por inesperado, se mostraba insuficiente y descorazonador. Pero en ese mismo córner donde el Barça tantas ocasiones ha desperdiciado, nació el gol que abrió el camino de la vitoria. Puyol se elevó y dejó una pelota muerta en el interior del area para que Eto'o rematara en semifallo y venciera la resistencia merengue. Más de 80 minutos soportó el Madrid más precario que recuerdo contra el Barça del renacimiento. Luego llegó el gol de Messi que, como corriendo paralelo a la trayectoria del gran Diego, se acompaño de magno tarrazcazo de Il Bello Cannavaro. Ese gol dolió por su magnificiencia y porque definitvamente rompió en mil pedazos ese sueño que el Madrid había tejido alrededor de su trinchera. Sufrimiento , épica y gloria para un equipo con hechuras de campeón.
Al final, la victoria fue lo más importante tal y como ya había indicado Pep, pues observar ese más +12 en el teletexto es capaz de dibujar una sonrisa al más desconfiado. Y e aquí que sonreí y agradecí a Pep su fenómenal trabajo para resucitar este muert.o Rompió mi desconfianza, se ganó mi gratitud. Pero eso no oculta una estraña sensación de desazón, de ocasión perdida... Mas ya no es tiempo de lamentaciones, debemos gozar de este equipo, de la ilusión que transmite, sin olvidar que la base del éxito se encuentra en el trabajo y la humildad, valores que Pep parece haber inculcado a sus pupilos. Ya soy un creyente más... gracias Barça !!!
P.D: Este post va dedicado a M.P (debutante) que sufrió conmigo el devenir del partido bajo la insistente cortina de agua con la que el cielo nos obsequió. Y a todos aquellos culés que gozarón de la emoción del clásico en tan pésimas condiciones. Y es que por algo será que somo más que un club.
La euforia desatada, así como la depresión más profunda, son signos irreversiblemente conectados a la experiencia blaugrana. La cordura vive de alquiler en nuestro imaginario. Así llegó un Madrid nuevo, feo y empequeñecido, y con un entrendor subido al patíbulo des su nominación. Sólo los merengues veian esperanza donde los culés divisaban un pozo oscuro donde arrojar tantas frustraciones acumuladas. Pero el Madrid, mal que nos pese, es un equipo con un espiritu particular. Sólo des de la casta se puede explicar lo que se vió en el campo, porqué al mirar las alineaciones, a todos nos entraba la risa...
La tarde se volvió noche y la climatología decidió poner a prueba la fe culé. Lluvia y frio para amenizar la sonata que debía llevar al Barça de regreso al Olimpo futbolístico. Para el barcelonista pero, no había nubarrones, la lluvia acariciaba su rostro y elevaba sus canticos, que rompían el frio de una noche glacial para dar calor a sus once guerreros. Era el partido, la hora había llegado...
Todo transcurrió dentro los límites de lo esperado (Marcaje brutal a Messi, un àrbitro cobarde, ocasiones, fallos, un rival replegado y con las lineas muy juntas,...) pero el tiempo puso en evidencia que algo no funcionaba. El fútbol se acumulaba en largas conducciones, pues Xavi no lograba desacerse de su sombra argentina, mientras Guddy lidiaba con más fuerza que acierto. Touré intento coger el timón de la creación, pero el rival apretaba y no había sufieciente con una buena predisposición. La ansiedad se palpaba. Tantos vaticinios vacuos habían supuesto un lastre emocional para la plantilla, que de pronto se sintió responsable de tantas alegorias victoriosas. Había fuerza, convicción, despliegue...todo ello mermado por esa ansia paralizadora de cumplir las expectativas.
El Madrid vino a no perder o, siendo sincero, a no salir goleado. El campo imponía y el rival aun más. Pero no hay mejor escenario para resucitar que el feudo del rival más odiado. Eso debieron pensar los Madridistas, empezado por un soberbio Casillas y acabando con el coraje insuficiente de Raúl. Juande dejó notar su mano en un partido que, en el fondo y dadas las circunstancias, no le comprometía a demasiado. Y mientras el Barça se estrellaba en el muro merengue, la esperanza blanca a punto estuvo de materializarse en las botas de Drenthe, el cual tuvo en sus pies cambiar el signo del partido. Pero erró, o más bien, un pletórico Valdés le detuvo el tiro. Allí el Madrid empezó a tomar conciencia de que no podía ganar (falto de efectivos y de potencial) pero sí empatar. Y se esmero en ello. El Barça, menos fresco en la medular que de costumbre se entregó por minutos a la magia de Messi, la furia de Eto'o y el pudonor de Puyol y Touré. Y fue así hasta que Pep se dio cuenta de que apostar por Guddy (su única duda, de hecho) no fue la mejor opción. Salió Busquets y el partido renació para el Barça. Fue el quien dió al Barça el equilibrio que le faltaba, esa mágica unión entre contudencia y toque que ya se ha transformado en su sello. Ganó en fluidez el juego y la ofuscación de Xavi dejó de pesar tanto. Y provocó un penalty. Tejió el renacimiento de un equipo que salió a golear y que vió como el orden del rival (estilo numantino para un equipo de historia rutilante) le aguaba la fiesta con permiso del tiempo.
Eto'o decidió asumir las responsabilidades. Por motivación o por respeto a un pacto oculto. Visionaba una forma de ganar que se alejaba de mis más optimistas pretensiones pero que no me desagradaba dado el ajetreado transcurrir del partido. Una voz vaticinó a mi lado el fallo del camerunés (sensación que compartieron muchos) y no quise creer sus palabras hasta que la realidad me golpeó. Perdí una caña y empezé a perder la esperanza. El empate a cero era un resultado que, por inesperado, se mostraba insuficiente y descorazonador. Pero en ese mismo córner donde el Barça tantas ocasiones ha desperdiciado, nació el gol que abrió el camino de la vitoria. Puyol se elevó y dejó una pelota muerta en el interior del area para que Eto'o rematara en semifallo y venciera la resistencia merengue. Más de 80 minutos soportó el Madrid más precario que recuerdo contra el Barça del renacimiento. Luego llegó el gol de Messi que, como corriendo paralelo a la trayectoria del gran Diego, se acompaño de magno tarrazcazo de Il Bello Cannavaro. Ese gol dolió por su magnificiencia y porque definitvamente rompió en mil pedazos ese sueño que el Madrid había tejido alrededor de su trinchera. Sufrimiento , épica y gloria para un equipo con hechuras de campeón.
Al final, la victoria fue lo más importante tal y como ya había indicado Pep, pues observar ese más +12 en el teletexto es capaz de dibujar una sonrisa al más desconfiado. Y e aquí que sonreí y agradecí a Pep su fenómenal trabajo para resucitar este muert.o Rompió mi desconfianza, se ganó mi gratitud. Pero eso no oculta una estraña sensación de desazón, de ocasión perdida... Mas ya no es tiempo de lamentaciones, debemos gozar de este equipo, de la ilusión que transmite, sin olvidar que la base del éxito se encuentra en el trabajo y la humildad, valores que Pep parece haber inculcado a sus pupilos. Ya soy un creyente más... gracias Barça !!!
P.D: Este post va dedicado a M.P (debutante) que sufrió conmigo el devenir del partido bajo la insistente cortina de agua con la que el cielo nos obsequió. Y a todos aquellos culés que gozarón de la emoción del clásico en tan pésimas condiciones. Y es que por algo será que somo más que un club.